En el concierto que ofreció el viernes 18 de octubre, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, la directora búlgara Delyana Lazarova regaló al público una vibrante noche de debut en México como directora huésped de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), con un concierto que, bajo su encanto y temperamento, resultó igualmente conmovedor y exitoso.
Invitada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Orquesta Sinfónica Nacional, la directora de orquesta fascinó igualmente a los integrantes de la agrupación en el marco del programa Diálogos de la OSN, bajo el título Música y esperanza.
El programa lo conformaron el estreno en México de Fantasía homenaje a Schubert, de Dobrinka Tabakova (Bulgaria, 1980), acompañada de dos de las obras del repertorio universal más reconocidas: la Sinfonía núm. 5 en Si bemol mayor, D. 485, Franz Schubert (1797-1828), y la Sinfonía núm. 5, Op. 100 en Si bemol mayor, de Sergéi Prokófiev (1891-1953), que en conjunto dieron vida a una noche intensa de emociones, vivas y aplausos para la directora huésped y la Orquesta.
La primera parte del concierto ofreció también la oportunidad de apreciar en su esplendor la enorme cortina de metal del Palacio de Bellas Artes, pues una OSN conformada solo por sus secciones de cuerdas inició la sesión con el estreno en México de Fantasía homenaje a Schubert, de la también joven compositora Dobrinka Tabakova.
Música y esperanza fue lo apreció el público en esta primera obra: la esperanza de que sería una gran noche y un excelente concierto. Con esta creación con la que la compositora vio cumplido su sueño de rendir homenaje a un compositor que desde su formación había admirado, Delyana Lazarova mostró, de manera apacible, la manera de reflejar las características que --según la compositora-- definen la música de Schubert: sinceridad y pureza; una música muy humana y honesta.
A este estreno le siguió, igualmente frente a la cortina de metal y con una orquesta a la que se le agregó a las cuerdas solo algunos instrumentos de aliento -una flauta, dos oboes, dos fagotes y dos cornos--: la Sinfonía núm. 5 en Si bemol mayor, D. 485, de Franz Schubert, la cual permitió conocer un cada vez más revelador temperamento de la directora huésped: enérgico, preciso, alegre, gozoso, destacando su contundencia para comunicar los sonidos requeridos para expresar los objetivos de la música de Schubert: bohemia, amigable, sociable.
La segunda parte del programa, ya con la OSN ocupando en su totalidad el escenario del máximo recinto del arte y la cultura de México y con la orquesta completa en toda su magnitud, vino lo que sería un final portentoso y que mostraría a una directora huésped en toda su capacidad: la Sinfonía núm. 5, Op. 100 en Si bemol mayor, de Prokófiev.
Considerada por el propio compositor ruso como " la culminación de un largo periodo de mi vida creativa, la concebí como una sinfonía sobre la grandeza del espíritu humano", la quinta de Prokófiev llevó a una plena comunión tanto a la directora huésped y a la orquesta y ambos con el público.
Aquí, si bien la directora huésped recibió un aplauso que se prolongó varios minutos, el momento parecía no terminar, toda vez que el público también ovacionó generosamente a cada una de las secciones orquestales, a petición de la directora, en especial a la portentosa sección de percusiones.
Afortunadamente para el público, este inolvidable concierto tendrá una segunda sesión el domingo 20 de octubre a las 12:15 h en la misma Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.